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No podía faltar en esta página una reseña del que fue el templo de los noctámbulos de los setenta y los ochenta, la discoteca más famosa de la historia, ubicada en Nueva York, Studio 54.

 

Hablar de Studio 54 es hablar de una leyenda de la noche neoyorkina de los años 70 y 80. El clima de permisividad, la belleza, la mezcolanza de públicos, el alterne entre celebridades y clase trabajadora y la excentricidad fueron sus señas de identidad y, por ende, la causa del tremendo éxito que este club alcanzó en su época. Un éxito equiparable al de la Ibiza del os años 80, donde se respiraba un clima similar.

 

Como club de leyenda, son muchos los mitos que rodean a Studio 54 y las historias que se cuentan acerca de sus alocadas noches, unas ciertas y otras no. Permanecerán por siempre veladas por la misma neblina generada por las mentes sometidas al consumo de sustancias estupefacientes.

 

La legendaria discoteca abrió sus puertas en la calle que le dio nombre el 26 de abril de 1977. Su estructura de teatro se debía a que inicialmente era un teatro de ópera que se inauguró en los años 20 y, posteriormente, en los 40, fue adquirido por la cadena CBS para sus emisionesde radio con público. Décadas después, con la aparición de la televisión, la cadena siguió manteniendo el formato de teatro para programas como el mítico magazín de Ed Sullivan, denominando al plató como Estudio 54. 

 

La magia de la mítica discoteca se debió al promotor Steve Rubell, quien gestionó el local junto a su socio Ian Schrager, con quien compartió otras experiencias empresariales. Pero la intervención de Carmen D’Alessio, relaciones públicas del modisto Valentino, fue crucial para ese éxito. Ella sugirió a los empresarios abrir un local en Manhattan orientado a una clientela “chic”, y ella también se encargó de ponerlos en contacto con quien sería el alma mater del club, el artista Andy Warhol. Gracias a D’Alessio, además, la inauguración contó con un gran número de celebridades que se harían asiduas al local, entre las que figuraban Mick Jagger, Salvador Dalí, LizaMinnelli, Donald Tramp, Cher, Woody Allen, Frank Sinatra o Warren Beaty.

 

La presencia de grandes celebridades de todo el mundo, fundamentalmente artistas del campo del cine y de la música, fue el principal reclamo, pero también la gran oferta musical, el espectáculo de los camareros, elegidos por su belleza física, y la excentricidad de Rubell, que era conocido por decidir quién podía entrar al paraíso y quién no. Las noches de los sábados, las puertas se abarrotaban de clientes que deseaban mezclarse con esas celebridades y solo el capricho del propietario del local era el salvoconducto para el acceso. Vestir de forma estrafalaria, ser especialmente hermoso,gracioso, original… cualquier motivo que marcara la diferencia o generar el interés de Rubell podía ser motivo de aceptación.

 

 

Por el afamado local nocturno se dejaban ver con frecuencia, además del omnipresente Andy Warhol, Yves Saint Laurent, John Travolta, Grace Jones, Donna Summer, Eartha Kitt, Alice Cooper,Farrah Fawcett, Al Pacino y estrellas más veteranas como Elizabeth Taylor, Zsa Zsa Gabor, Gloria Swanson y Bette Davis. En esos años, Amanda Lear grabó una canción sobre Studio 54 queironizaba sobre varios de sus ilustres clientes. También los Village People actuaron allí.

 

Los palcos del antiguo teatro servían de zonas V.I.P. donde los clientes podían disfrutar de la privacidad necesaria para el consumo de drogas y la práctica de sexo (se especuló también con la presencia de prostitución de lujo para celebridades).

 

Como negocio, aportó grandes dividendos a sus propietarios, hasta que fueron acusados de evasión de impuestos. Este hecho y el declive provocado en los primeros años 80 por la incursión del sida, fueron determinantes para la clausura de la mítica discoteca, que tuvo lugar en marzo de 1986.

 

A mediados de los 90 volvió a abrir como discoteca, pero no logró sobrevivir ni un año y el local se ha seguido utilizando como teatro de musicales, con uso alternativo como discoteca.

 

En 1998 la película “54” le rindió un homenaje póstumo.

 

BE FUNKY

La pista de baile

La música funky, junto con la discomusic, se disfrutaba principalmente bailándola, y si podía ser bajo luces de colores y estroboscópicas, mejor. No es de extañar que las discotecas vivieran con ella momentos de gloria y esplendor, proliferando a millones por todo el Planeta. Y entre los templos nocturnos que difundían esa rítmica religión, El Vaticano de la noche fue, sin lugar a dudas, la mítica Studio 54 de Nueva York. 

Studio 54, el templo

de los famosos

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